Son muchas las teorías en torno a cómo sucederá la extinción humana; y esta exposición en París muestra a los asistentes un posible escenario de este hecho.
Seguramente alguna vez imaginaron que una inminente pandemia o un meteorito acabará con nosotros. O si nos ponemos más drásticos imaginamos a los 4 jinetes del apocalipsis de la mitología universal llegando a la tierra con las calamidades que acabarán con todo.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasará. Sin embargo, un conjunto de artistas visuales pusieron el tema sobre la mesa a través de una exhibición de arte contemporáneo digital. Ésta se encuentra a disposición del público en el espacio de arte 104, en un antiguo mercado en el distrito XIX de París.
En este sentido, la muestra es una evocación de un futuro hipotético instalado en una era en la que el hombre se cuestiona sus propios alcances y las consecuencias de sus actos en el presente. Asimismo, la exhibición externa su preocupación por la inminente sustitución de la vida humana por los robots y la inteligencia artificial.
Sin embargo, existe otro panorama en el que la omisión de la presencia humana provoca que otras especies o géneros como el vegetal y el robótico aprendan formas de adaptación y coexistencia. En consecuencia, muchos objetos pierden su sentido de utilidad con la ausencia del hombre.
Lo más interesante es el planteamiento de la problemática y las posibles evoluciones. Uno ejemplo fascinante es el que da el italiano Michele Panghero que fusionó los mecanismos rítmicos de un organillo y un respirador artificial para crear un acorde musical.
También veremos instalaciones basadas en sonidos e imágenes interactivas. Otra recomendación es visitar la sala donde se exponen piezas simbólicas de nuestra civilización. Es el caso de los Errores 404; los famosos likes de las redes sociales; la comunicación a base de emoticons; o un “captcha” grabado en piedra.
Además, la pieza clave es la del músico Alexander Schubert quien montó una especie de discoteca con bajos estruendosos y luces penetrantes que crean un efecto visual de infinito. Es decir, la sala pareciera no tener fin. Una especia de mundo distópico.
En conclusión, se trata de una muestra que nos da una cachetada con guante blanco. Pues nos hace reflexionar acerca del control que la tecnología ejerce sobre nosotros y las posibles consecuencias de esta dependencia, de nuestro narcisismo y la sociedad de consumo.
Finalmente, la muestra estará abierta hasta el 9 de febrero y nace en el marco de la Bienal de artes digitales Némo.
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