Ver la obra de Marion Peck es adentrarse al mundo introspectivo de la artista
Si escarbáramos en las profundidades de nuestro subconsciente, seguramente encontraríamos historias y personajes ocultos, como en el caso del universo imaginario de Marion Peck.

Ella es una artista procedente de California, cuyo trabajo es una especie de examen introspectivo donde seres con aspectos enigmáticos habitan ambientes bucólicos. Su obra siempre suscitará sentimientos bipartitas; podrá ser perturbadora, incluso macabra o simplemente dulce.

Lo cierto es que sus pinturas jamás pasarán inadvertidas. Poco a poco los paisajes mágicos van mostrando una narrativa poblada por flora, fauna y algún humano de aspecto misterioso. El semblante de las criaturas denotan un sentimiento de melancolía incómoda.

Un ambiente paradójico cuya estética bien podría despertar ternura. Pero al observar detenidamente, una sensación de soledad embargará nuestra percepción. Como parte de una nueva generación de artistas adeptos al estilo surrealista pop, la artista percibe el crecimiento de este estilo.

“Las aperturas pop surrealistas no son los eventos aburridos que solían ser las aperturas artísticas, con unos pocos elitistas de pie. Hay un enorme apetito del público por este tipo de trabajo”, comenta. Al ver sus trabajos, bien podríamos pensar que las escenas fueron sacadas de un sueño.

Parte de su inspiración para pintar proviene de sus estados de ánimo; de la música de Brian Eno o Hildegard Von Bingen; de libros como Alicia en el país de las Maravillas; y del movimiento artístico conocido como Lowbrow, que retoma aspectos de los cómics underground, la música punk y las culturas hot-rod de la calle.

Finalmente, la obra de arte de Peck tiene muchos elementos que se remontan a las imágenes del Renacimiento italiano que la influyeron en la universidad. Prueba de ello son algunas de sus obras que aquí te presentamos.
