Más allá de ser los mejores murales, son piezas clave para entender parte de la historia de México. Por ese motivo es que elegimos estas obras, ya que, además de su valor estético, tienen una carga ideológica y crítica muy fuerte.
Originalmente, esta obra de Diego Rivera, se creó para el Centro fotográfico Rockefeller en Nueva York que terminó siendo destruido por las “provocaciones” y alusiones al comunismo. Luego se creó una versión para la Ciudad de México.
Este mural muestra la crisis social en la que se debatía entre el capitalismo y el comunismo. También representa la tradición, la ciencia y la religión, así como a los hombres trabajadores y el avance tecnológico.
Cuenta la historia de estos murales no estaban planeados. Bueno, O’Gorman sí que había trabajado en ellos, pero no había presupuesto ni permiso para realizarlos. Sin embargo, él tenía la idea de que los murales serían “un libro abierto sobre la historia de México” y al final ese argumento lo motivó a realizarlos. Y, claro, a insistir para que admitieran el proyecto.
Los murales tienen una superficie de 4.000 metros cuadrados y las cuatro fachadas corresponden a temas distintos. El pasado prehispánico en la fachada norte; el pasado colonial en la sur; el mundo contemporáneo en la oriente; y la universidad y el México actual en la poniente.
Este mural es una alegoría sobre la guerra y la desintegración. Se percibe caos y color, también lucha y mucha gente con expresiones muy diversas. Además, hay representaciones de temas fuertes para la época, por ejemplo, la prostitución, el avance tecnológico desmedido y la codicia.
Todo esto comenzó a incendiarse y parece que es cuestión de tiempo que las llamas lleguen a todos los elementos de la composición. Luego, al destruirse, sucederá la catársis que permitirá un nuevo comienzo.
Aurora fue la primera mujer muralista en México y no podíamos dejar de mencionar su aporte cultural. Esta artista plástica originaria de Chihuahua se dedicó a la escritura y a compartir sus conocimiento a través de clases de dibujo y pintura.
El mural narra ese “primer encuentro” entre Moctezuma y Hernán Cortés que dio paso a la colonización de la Gran Tenochtitlán.
El artista fue comisionado para pintar este mural dentro de Palacio de Bellas Artes. La pieza original constaba de un panel, pero un año después agregó dos más que formaron el tríptico que ahora conocemos. Víctimas de la guerra, Nueva democracia y Víctimas del fascismo son los nombres de las tres partes de la obra.
El panel central, Nueva democracia, muestra una mujer encadenada, con el torso desnudo y los brazos extendidos. Por un lado, en la mano derecha, lleva una antorcha, mientras que en la izquierda sostiene una flor. Esta es una representación del empoderamiento; también de la libertad, de la lucha y la unidad.
La composición de esta obra está conformada de tres secciones evolutivas que refieren a diferentes momentos de la historia de México. La primera es sobre la esclavitud y la situación agraria.
Por otro lado, la segunda refiere al momento de la liberación de la humanidad. Mientras que la última es un símbolo de la sabiduría, la vida y la liberación espiritual; y lo hace mostrando a una mujer mestiza que sostiene una semilla de maíz. mestiza.
Aquí termina nuestra selección de los mejores murales. Aunque no descartamos hacer una segunda parte en la que agregaremos más obras emblemáticas. ¿Y tú cuál agregarías a nuestra lista?
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