Crédito: Dretroit Institute of Arts
Muchas son las figuras artísticas que conformaron lo que hoy conocemos como una tradición pictórica mexicana; entre los trabajos más importantes se encuentra la obra de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo y, por su puesto, los murales de Diego Rivera.
Por ello decidimos dedicar una nota a los murales de este último artista, pues resulta relevante su participación en el movimiento del muralismo mexicano y en la historia del arte, en general. Además, Rivera fue una de las figuras más fascinantes del arte moderno, tanto por sus revolucionarias pinturas como por su vida personal, específicamente por su relación con Frida Khalo.
Su nombre completo era Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez y nació en la ciudad de Guanajuato en 1886. A los 10 años ingresó a la Academia de San Carlos, pues desde pequeño presentaba ya habilidades pictóricas. Más tarde entró en contacto con el modernismo gracias a sus viajes de estudio a Madrid y París.
Fue en España donde se familiarizó con la obra de Goya, El Greco y Breughel; en París estuvo con Amedeo Modigliani, quien pinto su retrato en 1914, y el escritor y periodista soviético Ilya Ehrenburg. en 1920 se mudó a Roma, donde pasó un año entero estudiando los frescos renacentistas (técnica que desarrolló con maestría) antes de volver a México.
En 1921 regresó a México se propuso ejecutar su proyecto más ambicioso: pintar la historia de su pueblo desde la época precolombina hasta la revolución. Es así como damos paso a este recuento con sus mejores murales.
Fue en 1922 cuando comenzó su proyecto con este mural titulado La creación en el interior del Anfiteatro Simón Bolívar. Esta pieza fue hecha a base de resina de copal emulsionada con cera de abeja y una mezcla de pigmentos fundidos con fuego directo. El cuadro plasma una especia de nicho en cuyo centro sobresale la imagen de un hombre con los brazos abiertos en cruz.
En la parte central superior del mural un semicírculo azul simboliza la energía primaria que es proyectada en tres direcciones. después, en los extremos están representadas las figuras del hombre y la mujer desnudos y sentados en el piso.
Las figuras del lado derecho personifican la fábula; el conocimiento, con manto azul y oro; la poesía erótica, en quien se reconoce a Carmen Mondragón, llamada Nahui Ollin por el doctor Atl; la tradición es Luz Jiménez, una indígena del sur del Valle de México, con vestido y rebozo carmesí. Y las figuras de pie con halos dorados representan a las cuatro virtudes cardinales: la prudencia; la justicia, la fortaleza y la continencia.
En el paño izquierdo aparece la música cubierta con una piel de oveja y tocando una doble flauta; el canto, la comedia y la danza. En segundo plano se encuentran las tres virtudes teologales: la caridad, la esperanza y la fe.
En la planta baja del edificio de la Secretaría de Educación Pública Diego pintó diversos murales divididos por niveles. En el primero representó las distintas regiones geográficas del país. Asimismo, encontraremos referencias figurativas de la Pasión de Cristo, pues el pintor creía que la simbiosis de estos temas serían mejor asimilados por el pueblo en razón de su religiosidad.
En el segundo nivel el espacio de los muros fue más reducidos, por lo que Rivera ejecutó murales en claroscuros, sin color, o mejor conocidos como “grisallas” que evocan toda la riqueza cultural de nuestro país; es decir, las ciencias, las artes y todo el trabajo intelectual que hay detrás de éstas.
El tercer nivel su obra de ternó más política pues en sus murales exaltó a la clase obrera que mantuvo a flote la economía mexicana, así como las luchas revolucionarias. Asimismo, vuelve a los anales de la historia para rescatar a figuras como Cuauhtémoc, Felipe Carrillo Puerto, Emiliano Zapata y Otilio Montaño a quienes plasmó magistralmente. En las paredes de las ESCALERAS interiores de este patio, Diego pintó paisajes naturales y humanos de México, desde sus litorales hasta el altiplano.
En el segundo patio o lo que él llamó Patio de Fiestas también pinto otros murales igualmente divididos en niveles. El primero resguarda las tradiciones del pueblo de México y sus festividades populares, religiosas y políticas. Mientras que en el segundo nivel veremos escudos de armas de los estados de la República.
El tercer nivel está conformado por 26 murales, mismos que ilustran las estrofas de tres corridos: La Balada de Zapata, La Revolución Agraria de 1910 y Así será la Revolución Proletaria. En conjunto, los murales son una diatriba para todos los detractores que solía tener el artista y una alegoría de la Revolución Mexicana.
En este maravillosos mural de 1947 Diego Rivera hace suya la historia, pues pinta juntas a varias figuras históricas de distintas épocas y distintas procedencias. De una indígena anónima a José Martí, exiliado en México desde Cuba; de Frida Kahlo a un autorretrato del propio Rivera como un niño tomado de la mano por una catrina que ocupa el lugar central del cuadro.
Del lado izquierdo de la catrina vemos a un José Guadalupe Posada que popularizó en la prensa la figura de la calavera. Y rodeando a estas figuras centrales aparecen escritores, políticos, políticos y demás gentes que escribieron la historia de México, todos ordenados de forma cronológica.
Rivera también incluyó sucesos históricos importantes como la conquista, la época colonial, la independencia, la invasión norteamericana y la intervención europea. Sus protagonistas son gentes como Hernán Cortés o el emperador Maximiliano. Del lado derecho Rivera muestra la revolución, los movimientos campesinos y la lucha proletaria. Ahí están por ejemplo Emiliano Zapata o Porfirio Díaz.
Todos están reunidos en la Alameda Central, un centro de reunión los domingos de la burguesía mexicana; más tarde, se convertiría en enclave de todas las clases sociales de México.
A mitad de 1932 Rivera viajó a la ciudad de Detroit, pues había firmado un contrato con la DIA para ejecutar unas obras el patio interior del Instituto de las Artes de Detroit. En ese momento se encontraba en plena ebullición el News Deal para arreglar la crisis del 29.
En este sentido, el tópico principal que abordó el artista en sus murales fue su visión de la importante industria automotriz de la ciudad desde el punto de vista obrero, pues para él los proletarios eran el verdadero motor de dicha industria.
Las piezas tenían una mezcolanza de realismo, cubismo y futurismo, siendo esté último movimiento el principal protagonista así como la exaltación del movimiento y de la máquina, y por supuesto la temática principal: el mundo industrial.
Rivera realizó estos 27 paneles en tan solo 9 meses y todo se basa en la producción del coche. Lo más curiosos es que las críticas no se hicieron esperar pues “¿Cómo es que un comunista trabajaría para la élite burguesa?”.
Ésta, quizá, es una de las piezas más políticas que pintó Rivera pues se trata de una serie de pinturas de menor tamaño pensadas en un principio para decorar el Hotel Reforma en la Ciudad de México. Sin embargo, esto nunca fue posible debido a la gran carga política y la sátira de cada pieza.
El conjunto fue retirado y guardado en un sótano durante años, hasta que se rescataron e instalaron en el Palacio de Bellas Artes en 1963. se inspiró en el carnaval de Huejotzingo y en escenas de la vida mexicana , como en las historias, las costumbres y sus personajes. Los 4 paneles se dividen de la siguiente manera:
El primer panel muestra en la parte superior una cabeza enormemente desproporcionada que mezcla rasgos de Hitler, Mussolini, Roosevelt e Hirohito porta una bandera con los colores de Alemania, Italia, Estados Unidos y Japón. Una crítica muy implícita sobre el fascismo que se vivía en el mundo, incluso en México con Plutarco Elías Calles. La escena se complementa con una baile frenético de disfraces.
Esta obra evoca los tiempo de la conquista española pues en la parte superior podemos observar a un personaje que pareciera estar arribando a las tierras de los protagonistas que se aprecian en la parte baja. Se trata del dios Huitzilopochtli vestido como un militar. Arriba el artista coloca el letrero de una cantina, “La gran victoria”, que enmarca el sentido alegórico de la obra.
Se trata de una sátira mordaz respecto a los turistas extranjeros que vienen a México, pues, en primer lugar se burla de la condescendencia de los propios mexicanos hacia los extranjeros así como de la ignorancia sobre la cultura de su propio país. La señora rubia vestida elegantemente, es acompañada de dos burros y un personaje que toma notas en su libreta.
Aquí se plasma la escena del enfrentamiento entre el bandido/héroe del siglo XIX y las tropas francesas. Dicho personaje alude a la persona de Agustín Lorenzo quien terminó dirigiendo la lucha de campesinos contra las tropas francesas. Su silueta se abre paso entre el fuego y levanta su machete, demostrando valor ante los soldados franceses que disparan sus fusiles.
Si bien, la carrera del pintor estuvo llena de escándalos hasta su muerte en 1957. No obstante, los murales de Diego Rivera murales son considerados contribuciones clave para el desarrollo de la plástica mexicana y la historia del arte, en general.
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