Vhils convierte El Cairo en monumento temporal frente a las pirámides de Giza
El artista portugués Alexandre Farto construye "Doors of Cairo", una instalación que reescribe la memoria urbana del desierto con puertas talladas y rostros anónimos
Hay algo profundamente radical en pararse frente a las pirámides de Giza cargando decenas de puertas viejas arrancadas de las calles de El Cairo. Vhils acaba de hacerlo, y el gesto tiene un peso que va mucho más allá de lo visual o lo fotogénico. El artista portugués Alexandre Farto llegó al desierto egipcio con materiales urbanos descartados, con fragmentos de arquitectura doméstica que ya cumplieron su ciclo funcional, con objetos que la ciudad dejó de necesitar pero que todavía cargan memoria, tránsito, intimidad. Lo que construyó con esos materiales se inauguró el 11 de noviembre como parte de Forever Is Now, la exposición anual de arte contemporáneo que cada año transforma el perímetro de uno de los sitios arqueológicos más cargados de simbolismo del planeta en un campo de experimentación artística global.
“Doors of Cairo” funciona como instalación escultórica monumental, como declaración conceptual sobre qué merece ser recordado y cómo se construye la memoria colectiva cuando los archivos oficiales ignoran lo cotidiano. La pieza mide varios metros de altura y está compuesta enteramente por puertas recolectadas en distintos puntos de El Cairo, ensambladas sobre una estructura de andamios industriales que le da verticalidad y tensión estructural. Cada puerta trae su propia biografía material: capas de pintura descascarada que revelan colores anteriores, bisagras que alguna vez chirriaron bajo el peso de miles de aperturas y cierres, hendiduras producidas por el uso diario, manchas de tiempo acumulado, marcas de tránsito humano repetido durante años o décadas. Vhils las interviene todas con su técnica de tallado manual, excavando rostros humanos en la madera, creando patrones ornamentales que evocan tanto la artesanía egipcia tradicional como las huellas de identidad individual que se imprimen en cualquier superficie habitada lo suficiente.
El proyecto responde directamente al concepto de arqueología urbana que Vhils ha desarrollado durante las últimas dos décadas. El artista entiende la ciudad contemporánea como un organismo en transformación constante que genera capas de historia material mientras borra otras, que acumula memoria en objetos cotidianos mientras descarta estructuras enteras sin documentarlas. Su práctica consiste en interceptar esos materiales descartados antes de que desaparezcan completamente, reconfigurarlos como recipientes de resonancia cultural y emocional, devolverlos al espacio público con un nuevo estatus simbólico. Lo ha hecho en Lisboa con azulejos y fachadas derruidas, en Hong Kong con materiales de demolición de edificios históricos, en São Paulo con estructuras de barrios en proceso de gentrificación. Ahora lo hace en El Cairo, una ciudad que crece y muta a una velocidad que deja poco espacio para el registro sistemático de lo que se pierde en el proceso.
Las puertas que componen la instalación provienen de contextos diversos dentro del tejido urbano cairota. Algunas fueron rescatadas de casas en demolición, otras de negocios cerrados, otras de espacios en medio de procesos de renovación urbana que implican la sustitución total de elementos arquitectónicos originales. Cada una cumplió durante años una función específica: separar el espacio privado del público, regular el acceso y la exclusión, proteger lo que quedaba del otro lado, enmarcar encuentros y despedidas. Las puertas son los objetos arquitectónicos de la intimidad doméstica y comercial, los umbrales donde lo personal y lo colectivo se tocan sin mezclarse completamente. Vhils las arranca de ese contexto funcional y las recontextualiza en el desierto, donde pierden su utilidad literal para ganar densidad simbólica. Ya no abren ni cierran nada, pero se convierten en portales temporales, en umbrales entre pasado y presente, en superficies donde la memoria individual y colectiva se vuelve visible.
El tallado que Vhils aplica a cada puerta responde a un método que lleva perfeccionando desde sus inicios en el graffiti y el muralismo urbano. Su técnica se basa en la sustracción material: quitar, erosionar, excavar, revelar lo que está debajo de la superficie. Cada golpe de cincel o herramienta eléctrica expone capas de pintura acumuladas, vetas de madera ocultas durante décadas, texturas que el uso diario había aplanado. Los rostros que emergen en las puertas talladas son síntesis de identidad colectiva, rostros que podrían pertenecer a cualquiera, que representan a todos los que alguna vez cruzaron esas puertas sin saber que un día terminarían convertidas en escultura pública frente a las pirámides. Hay patrones ornamentales que evocan la artesanía tradicional egipcia, referencias visuales a la historia del diseño local, gestos formales que conectan con la iconografía histórica sin copiarla directamente.
La estructura de andamios industriales que sostiene las puertas añade otra capa de significado al proyecto. Los andamios son el lenguaje universal de la construcción y la transformación urbana, la infraestructura temporal que sostiene todo proceso de edificación o renovación arquitectónica. Usarlos como esqueleto de una instalación artística en el desierto genera una lectura inmediata sobre temporalidad, fragilidad, proceso. Los andamios siempre señalan que algo está en construcción o en deconstrucción, que el estado actual de las cosas es transitorio. Combinados con las puertas recolectadas, crean una tensión formal entre lo industrial y lo doméstico, entre la escala monumental y la intimidad cotidiana, entre la dureza del metal y la calidez gastada de la madera.
El emplazamiento de la instalación frente a las pirámides de Giza genera lecturas inevitables sobre permanencia e impermanencia, sobre qué tipos de construcciones humanas resisten el paso del tiempo y cuáles desaparecen sin dejar rastro oficial. Las pirámides son el símbolo último de la monumentalidad faraónica, estructuras diseñadas específicamente para durar milenios, para resistir la erosión del desierto y el olvido de las civilizaciones. Fueron construidas con recursos estatales masivos, con trabajo forzado de miles de personas, con una ingeniería que todavía genera fascinación técnica. Representan el poder concentrado, la capacidad de un sistema político de movilizar recursos para crear símbolos de eternidad. Las puertas de Vhils son fragmentos de arquitectura vernácula, objetos fabricados sin pretensión de trascendencia, diseñados para cumplir funciones prácticas inmediatas en la vida diaria de personas comunes. Representan la historia anónima, la memoria de quienes construyeron, habitaron y transformaron Egipto sin dejar nombre en ninguna tumba monumental.
Esa yuxtaposición genera una conversación visual y conceptual sobre jerarquías históricas, sobre qué vidas y qué objetos merecen ser preservados y exhibidos. Vhils plantea que la memoria urbana se construye tanto con piedra monumental como con madera cotidiana, tanto con proyectos estatales como con decisiones domésticas, tanto con nombres registrados oficialmente como con tránsito anónimo repetido durante generaciones. Su instalación ocupa el mismo espacio físico que las pirámides, vertical y táctil, cargada de historia material reciente, ofreciendo un contrapunto contemporáneo a la narrativa faraónica.
El proceso de recolección de las puertas en El Cairo fue meticuloso y colaborativo. Vhils y su equipo recorrieron distintas zonas de la ciudad, establecieron contacto con comunidades locales, identificaron puertas que ya no cumplían función arquitectónica pero que todavía cargaban memoria visual y material. El criterio de selección combinaba consideraciones formales con consideraciones conceptuales. Todas fueron transportadas a un taller temporal donde Vhils y su equipo las limpiaron, prepararon y sometieron al proceso de tallado manual que se convertiría en la firma visual del proyecto. El tallado tomó semanas de trabajo físico intenso. Cada puerta recibió intervención individual, adaptada a sus características materiales específicas. La madera tiene memoria propia: las vetas, los nudos, las capas de pintura acumuladas determinan cómo responde al cincel y a la herramienta eléctrica. Los rostros emergen gradualmente, construidos a través de la eliminación sistemática de materia, revelados por la sustracción de capas superpuestas.
La instalación cambia según la luz del día y la posición del observador. En las primeras horas de la mañana, cuando el sol del desierto todavía está bajo, las puertas proyectan sombras largas sobre la arena y los rostros tallados quedan parcialmente en penumbra. Al mediodía, con luz cenital intensa, los detalles del tallado se vuelven más visibles y los colores de la madera gastada alcanzan saturación máxima. Al atardecer, cuando la luz dorada característica del desierto egipcio baña todo el paisaje, la instalación adquiere una cualidad casi cinematográfica, como si los rostros tallados cobraran vida momentánea antes de que la noche los devuelva a la sombra. Cada momento del día ofrece una lectura visual diferente, una relación distinta entre la instalación, el paisaje desértico y las pirámides en el fondo.
Vhils también preparó una versión escultórica en escala reducida de “Doors of Cairo”, concebida como extensión conceptual del proyecto original. Esta pieza funciona como modelo autónomo, como objeto que preserva la esencia simbólica y formal de la instalación monumental pero que puede circular en contextos diferentes. La versión reducida mantiene la composición vertical de puertas talladas sobre estructura de andamios, conserva la densidad material y la complejidad formal del original. Estará disponible para adquisición a través del estudio del artista en noviembre de este año, lo que permite que el proyecto tenga una vida más allá de su emplazamiento temporal en Giza, que entre en colecciones privadas o institucionales donde pueda seguir generando conversación sobre memoria urbana, arqueología material y construcción de archivo alternativo.
El trabajo de Vhils se conecta con una práctica artística que lleva más de veinte años desarrollando de manera consistente. Empezó a los trece años pintando trenes en Lisboa, formándose en la escena del graffiti portugués de finales de los noventa y principios de los dos mil. Esa formación callejera determinó su aproximación al arte: intervención directa en el espacio público, uso de materiales urbanos encontrados, técnicas desarrolladas fuera de instituciones académicas, relación física y táctil con las superficies de la ciudad. Cuando transitó del graffiti al muralismo y del muralismo a la escultura y la instalación, mantuvo esos principios fundamentales. Su obra siempre parte de la ciudad como fuente material y conceptual, siempre trabaja con procesos de sustracción y revelación, siempre busca hacer visible lo que el desarrollo urbano acelerado tiende a borrar.
El contexto de Forever Is Now añade densidad al proyecto. La exposición, curada por Art D’Égypte bajo el patronato de UNESCO, lleva cinco ediciones transformando el sitio arqueológico de Giza en una plataforma para el arte contemporáneo global. Desde su inicio, ha recibido más de tres millones de visitantes, ha alcanzado mil quinientos millones de personas en línea, ha sido cubierta por más de mil quinientos medios locales e internacionales. Se espera que esta edición atraiga un millón de visitantes y mil quinientos asistentes VIP en la inauguración. Es una de las plataformas de arte contemporáneo más visibles del norte de África y Medio Oriente, un espacio donde la visibilidad global se encuentra con la especificidad cultural local.
Forever Is Now corre hasta el 7 de diciembre de 2025, lo que significa que cientos de miles de personas pasarán por la instalación durante el próximo mes. Algunos llegarán específicamente para ver las obras de arte contemporáneo, otros llegarán como turistas interesados principalmente en las pirámides y encontrarán las instalaciones como sorpresa contextual. Ambos tipos de público experimentarán el mismo encuentro físico con “Doors of Cairo”: una estructura vertical de puertas talladas plantada en el desierto, cargada de memoria cairota, dialogando silenciosamente con la monumentalidad faraónica del fondo.
Vhils demuestra que el arte contemporáneo puede habitar espacios cargados de historia milenaria sin sentirse intimidado, que puede generar conversación cultural profunda sin recurrir a espectáculo vacío, que puede honrar la memoria anónima sin caer en sentimentalismo. “Doors of Cairo” funciona como declaración sobre cómo se construye la historia cuando los archivos oficiales ignoran lo cotidiano, como gesto de rescate material antes de la desaparición total, como umbral simbólico entre lo que fue y lo que viene. Las puertas del Cairo ya no abren casas. Ahora abren preguntas sobre qué objetos cotidianos de nuestra época merecen ser preservados y qué forma debe tomar esa preservación.







