El metaverso pretende cambiar el Internet móvil, de vivirse a través de una pantalla plana a convertirse en un espacio virtual en el que podemos desarrollar -a través de múltiples dispositivos- muchas de nuestras actividades de la vida diaria, llevando así la vida real al mundo digital.
Y sí, cuando decimos “actividades de la vida diaria”, nos referimos a todo lo que hacemos en la realidad: desde socializar, jugar y asistir a conciertos, hasta la posibilidad de realizar transacciones e intercambios descentralizados. Todo en el mismo lugar: Internet.
En el 2021, Facebook anunció Meta, un proyecto que pretende unir distintas aplicaciones y servicios virtuales en un solo lugar. Esto, mediante el uso de dispositivos y visores de realidad aumentada con la finalidad de darle una nueva capa al Internet como lo usamos al día de hoy. Es decir, llevar la experiencia de una pantalla plana en la que vemos imágenes en dos dimensiones, a una mucho más inmersiva en la que podríamos asistir a todo tipo de eventos e interactuar con otros de maneras más cercanas a la realidad.
El metaverso va más allá de Facebook. De hecho, el nombre fue usado por primera vez en Snow Crash, libro escrito por Neal Stephenson y publicado en 1992. O más reciente –2011– en Ready Player One, una novela escrita por Ernest Cline y posteriormente adaptada al cine por Steven Spielberg. El concepto hace referencia a un mundo digital en el que es posible tener una vida paralela a la nuestra, como si se tratara del videojuego “Los Sims” pero en el mundo de la realidad aumentada, donde las interacciones serían –en teoría– más cercanas a la realidad.
Por ahora, el metaverso está en desarrollo, y no sabemos cuáles son los alcances que tendrá, ni quién o quiénes se harán del control y la regulación de este nuevo mundo.
Recientemente, Mark Zuckerberg anunció que Facebook cambiaría de nombre por Meta, empresa que engloba todos los servicios de la plataforma, es decir: Facebook, WhatsApp, Messenger, Instagram y, finalmente, Oculus. Y es precisamente esta última la que funciona como núcleo del sistema.
Oculus es un sistema de realidad aumentada, algo parecido a una consola de videojuegos, es decir, no requiere de una computadora para funcionar. Por lo tanto, consta de un “visor de realidad aumentada” –pantalla, procesador, tarjeta gráfica, entre otros componentes– y un par de controles o mandos que, en realidad, van un paso más allá, pues prometen brindarnos sensaciones parecidas al tacto e interpretar el movimiento de nuestros brazos mediante sensores.
Si alguna vez has jugado Fortnite o Roblox, podrás estar pensando que estos juegos son en sí un metaverso y esto, en parte, es cierto: en ambos juegos interactúas con usuarios de todo el mundo y tienes la posibilidad de comprar ropa y personajes con dinero del mundo real. No obstante, la diferencia está en que estos juegos, entre muchos otros del estilo, dependen de una empresa, se almacenan en un servidor central. Dicho de otro modo, son centralizados.
Hasta ahora, todo esto parece sacado de una película de ciencia ficción. De hecho, no es tan simple entender cómo esto podría implementarse en nuestra actualidad. Sin embargo, la idea comienza a cobrar sentido cuando pensamos en las ventajas de un sistema descentralizado.
Cuando adquirimos ropa virtual con dinero real dentro de un videojuego, estamos pagando a la compañía por algo que se desarrolló una sola vez. En cambio, si transferimos nuestro bien a un bloque en forma de NFT, tendríamos el poder de la prenda en cuestión, es decir, existe la posibilidad de obtener el dinero de vuelta mediante la venta del activo. Además, si todas los sistemas estuvieran conectados a nuestra wallet, sería mucho más fácil llevar esa prenda –desarrollada por quien sea– a cualquier otra plataforma, sin importar de qué compañía se trate.
Si bien es cierto que Meta es la empresa que lidera el desarrollo de este mundo, también hay muchas otras que están haciendo su parte. Tal es el caso de Nvidia, empresa que se encuentra en el desarrollo de su dispositivo y plataforma.
La construcción de este metaverso no se limita a las grandes compañías como Facebook o Nvidia. Hoy existen diversos proyectos basados en tecnología Blockchain que comienzan a explorar estos terrenos. Tal es el caso de The SandBox, videojuego de mundo abierto al puro estilo de Minecraft donde, haciendo uso de blockchain y la propia criptomoneda del juego, podemos adquirir todo tipo de objetos. Es decir, NFTs.
The SandBox cuenta con cientos de usuarios, incluyendo algunas celebridades como Snoop Dog, por lo que probablemente recordarás la historia del sujeto que pagó 450 mil dólares por un terreno virtual para ser su vecino.
Otro caso de éxito potencial ha sido Decentraland. Se trata de una plataforma de realidad virtual descentralizada, en la que existen 90601 parcelas o terrenos, cuya propiedad es representada mediante un NFT. Decentraland está basada en la Blockchain de Ethereum y su criptomoneda es MANA.
El futuro no es algo que se construye de un día para otro, en cambio, se desarrolla constantemente.
De momento estamos seguros de que se trata de una tecnología excepcional con gran potencial. Sin embargo, la construcción del Metaverso tiene un gran camino por delante, y probablemente estamos a varios años de poder conocer el producto final.
¿Tú ya incursionaste en el metaverso?
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