El Yarn Bombing también es conocido como “graffiti lanudo”
En el arte urbano existen un sinnumero de expresiones y estilos comunmente asociados con la pintura en aerosol, como el muralismo, el esténcil o el paste up; no obstante, el Yarn Bombing es una variante artística que se encuentra en auge y es creado principalmente por mujeres.
También conocido como bombardeo de lana o kniffiti este movimiento nació a partir de la necesidad de recuperar espacios públicos que anteriormente eran considerados estériles o de mal aspecto. Además, el Yarn Bombing es una respuesta al graffiti creado en su mayoría por hombres. Por ende, se ha convertido en sinónimo del movimiento feminista.
El ganchillo y el bordado fueron demeritados por la lente patriarcal como pasatiempos delicados de ama de casa. Es por ello que las mujeres practicantes de esta disciplina crean espacios comunitarios por y para ellas donde pueden compartir ideas y trabajar en conjunto.
El inicio de este movimiento se le atribuye a la texana Magda Sayeg, quien dice que tuvo la idea por primera vez en 2005, cuando cubrió la manija de la puerta de su boutique con un mini cobertor hecho a la medida. A partir de entonces el Yarn Bombing se extendió por distintas ciudades del mundo.
¿Movimiento político o arte decorativo?
Sin duda, es un deleite visual caminar por la calle y encontrar una pieza de Yard Bombing cubriendo el moviliario público. Cada pieza dota de vida los espacios grises de la ciudad. Sin embargo, la disyuntiva surge una vez que debemos observar al Yarn Bombing como una iniciativa política (dada su relación con el feminismo) o bien, como simple intervención urbana.
En el lenguaje hispanoparlante se mantiene el término en inglés que se traduce literalmente como “bombardeo con lana”. Su nombre alternativo es yarn storming, que sería “asalto con lana”. Otro termino acuñado es guerrilla knitting, algo así como “guerrilla tejedora”. Acepciones que, sin duda, adquieren una connotación política.
Sin embargo, la periodista chilena Camila Larsen, abandonó su profesión para dedicarse de tiempo completo al Yarn Bombing y comenta: “Mi problema con este tipo de movimiento es que cuando utilizan ese lenguaje hacen que parezca algo político o algo ideológico o subversivo. Pero quienes realizan estas actividades son, en su mayoría, mujeres burguesas. De hecho, el costo de los materiales lo pone en evidencia. Y se realiza en lugares de la ciudad seguros, sin riesgo”.
Leanne Prain, coautora del libro “Yarn Bombing: el arte del grafiti tejido y de crochet” menciona en una entrevista para la BBC: “El acto de Yarn Bombing como un proceso político depende del artista. Algunos tienen intenciones políticas y crean piezas fuertes para recuperar calles de la ciudad o domesticar espacios públicos donde tradicionalmente se ha rechazado a las mujeres. Pero hay otros artistas que se mantienen lejos de la política: lo hacen porque es divertido y le da cierto encanto al entorno”.
¿El bombardeo de hilo es graffiti?
Sea político o no, el Yarn Bombing se ha convertido en un movimiento mundial con tejedores y crocheters que crean muchos objetos cubiertos de hilo. En consecuencia, con la fama, por supuesto, viene la crítica. ¿Algo tan inocuo como la lana se considera graffiti? Algunos dicen que sí. Hay opositores a estas formas de “arte callejero” que argumentan que es una violación marcar la propiedad pública de cualquier manera y consideran que es una forma de vandalismo.
Otros detractores argumentan que ambientalmente podría ser malo para los árboles tener esos “suéteres” envueltos en su tronco. También hay opiniones que argumentan que es “basura” pues a largo plazo la instalación se ensucia o se decolora con el tiempo.
Dicho esto, la belleza de las artesanías textiles es que pueden existir tanto dentro como fuera de la política. A veces, simplemente se instala una bomba de hilo para hacer que una esquina aburrida lo sea un poco menos. A veces el color existe, simplemente, para ser bello y recordarnos que el Yarn Bombing sigue latente dentro de la cultura del arte urbano.