Cortesía: Carlos Ramírez
Carlos Ramírez es un artista del valle de Coachella en California. Vive entre Los Ángeles y el lugar donde cada año se celebra el famoso festival de música y pasarela de tendencias. Pero Carlos nada tiene que ver con ese mundo de posados de Instagram. Hijo de agricultores e inmigrantes Mexicanos, Ramírez se recuerda dibujando y haciendo arte desde que era un niño.
“Empecé a muy temprana edad… pero no tuve mucha estimulación artística más allá de los tres tristes libros de la biblioteca de la zona. Los lettering carcelarios de algunos miembros de la familia y los murales que había pintados por el barrio. Cuando conocí a Armando (su pareja artística durante muchos años en el dúo The Date Farmers) tuve con quién compartir ideas e inquietudes”explica el artista.
Carlos recuerda aquellos comienzos con Armando Lerma muy enriquecedores “Poder trabajar con alguien tan inteligente y creativo con ideas parecidas fue muy motivador para alguien de piel morena como yo”. Tras muchos años pintando juntos cada uno decidimos tomar nuestro propio camino”añade.
El trabajo de Carlos Ramírez está muy vinculado a sus raíces. Creció trabajando con sus padres en el campo y eso le ayudó a ser disciplinado y no andarse con tonterías. “Definitivamente todo esto influye en mi proceso creativo. Aunque éste ha cambiado a lo largo de mi trayectoria y está en constante evolución. Soy muy directo en mi trabajo y trato constantemente de aprender de todo lo que me rodea”cuenta el de Coachella.
El uso de diferentes técnicas es algo que destaca del trabajo de Ramírez. Algo que ya hacía cuando trabajaba en The Date Farmers. Mezcla collage con graffiti, dibujos, pegatinas, materiales de deshecho. Todo para ayudar a contar sus historias. Historias sobre los excesos del consumo, las desigualdades sociales o la religión. Temas que ayudan a cuestionar la actualidad y el clima social existente, especialmente en EE.UU. “De alguna manera me gusta volver a dar uso a muchas de las cosas que la gente ya no utiliza. Creo que ayuda a pensar en quiénes somos”
Desde una lata a un trozo de metal, carteles viejos, mecheros rotos o cochecitos de juguete. Todo vale. Sus obras son pedazos de calle de barrios obreros con multitud de capas y texturas, mezclados con iconos de la cultura popular. Un trabajo impactante y agresivo pero con una armonía visual que hace que el puñetazo en la cara parezca merecido y te vayas después de verlo con la sensación de una caricia un tanto amarga.
Ramírez es un artista despierto y activo que encuentra la inspiración en lugares muy variados. El mensaje social está claramente presente en su trabajo y es una constante influencia, al igual que el trabajo de otros como él y sus diferentes puntos de vista a la hora de abordar sus obras. “A veces todo esto que pasa a nuestro alrededor sirve para generarnos diferentes emociones, aunque sea al menos para ayudarnos a hacer algo y mover el culo”
Así que ya sabes, ¡Levántate!
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